Nueva era para las relaciones hispano-marroquíes
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RPRESS Rabat. Mustafa Amadjar. 21 de agosto 2021.- El discurso pronunciado por sumajestad el Rey Mohammed VI con motivo de la conmemoración del sublevamiento popular que conoció Marruecos en aquel 20 de agosto de 1953, cuando Francia, decidió deportar la familia real y aplastar el movimiento nacional de resistencia al colonialismo, quedará marcado por el anuncio del deshielo y la recuperación de la normalidad en las relaciones entre Madrid y Rabat.
El soberano, quien no escondió la gravedad de la última crisis que sacudió las relaciones entre España y Marruecos, cuyo detonante directo y que todo el mundo conoce, fue la acogida al jefe de las milicias del Frente Polisario en España, en circunstancias poco transparentes, y que faltan de respeto a Marruecos como Estado amigo y aliado con el que España, siempre ha contado en temas de cooperación en dominio de lucha contra el terrorismo, el crimen organizado y en otros temas de índole estratégico y vitales para la estabilidad de la zona del mediterráneo occidental, marcada por las múltiples amenazas y riesgos innumerables.
El soberano, quien dedicó todo un párrafo de su discurso al tema de las relaciones bilaterales hispano-marroquíes anunció: “Con sincero optimismo, expresamos el deseo de seguir trabajando con el Gobierno español y su presidente, Pedro Sánchez, con el fin de inaugurar una etapa inédita en las relaciones entre nuestros dos países». Una declaración que zanja la crisis y el malentendido profundo que han tocado en profundo las relaciones entre Rabat y Madrid.
Si este anuncio ha sorprendido a muchos círculos que esperaban, y incluso trabajaban para agudizar esta crisis y aprovechar de sus consecuencias, ha demostrado las bases sólidas sobre las que están sentadas las relaciones hispano-marroquíes. El colchón des intereses bilaterales, cultivado por ambos países, desde décadas para amortiguar las crisis cíclicas que perturban el buen entendimiento entre los dos países, ha vuelto a funcionar y demostrar su eficacia en tiempos difíciles. También ha servido para mantener el cauce normal de las relaciones e incluso, como dijo el rey, permitió la reanudación de las buenas relaciones sobre la base del respeto mutuo y la confianza.
Marruecos viene desde años, advirtiendo, pidiendo a sus vecinos y socios revisar su visión y sus enfoques, superados y demasiado atrasados cuando se trate de las relaciones y intereses mutuos con nuestro país.
Las grandes transformaciones que ha conocido Marruecos en las dos ultimas décadas, en diversas áreas, han hecho del país un actor dinámico con políticas realistas y equilibradas, que buscan los intereses comunes y trabajan por La Paz, la estabilidad y el progreso. Por desgracia, esta visión no la comparten ni la han entendido algunos países que prefieren reavivar los conflictos y mantenerlos y entre ellos el diferendo sobre el Sahara.
En este sentido, la última crisis con España demostró, otra vez, la necesidad de nuevos planteamientos por parte del gobierno y partidos políticos españoles, a la hora de tratar el tema del Sahara, así como la necesidad de ayudar a buscar una solución al conflicto sobre la base del plan de autonomía presentado por Marruecos y que permite todas las garantías para una salida a este problema que enturbia las relaciones entre los países del Magreb, e impide la cooperación para afrontar los verdaderos problemas que son el subdesarrollo humano. La verdadera deuda que tiene España con el Sahara, y debe de ayudar, de una manera constructiva, en convencer al Frente Polisario, y su valedor Argelia, de la necesidad de abandonar sus dogmas y esquemas poco realistas, y permitir el reintegro de la población de los saharauis retenidos de Tinduf a su tierra, y acabar con el drama humano que viven en el sur de Argelia.
El esfuerzo de construcción, y los recursos colosales invertidos por Marruecos en las provincias del sur, son la garantía para crear un espacio de prosperidad en toda la zona del Sahara y el Sahel. Asegurar la dignidad de la gente e impedir así, la caída de los jóvenes en manos de corrientes extremistas o de mafias de crimen organizado.
Marruecos y España, dos países claves en las dos orillas del mediterráneo cuyo entendimiento y sintonía son decisivos en las relaciones regionales y internacionales: el discurso de Su majestad el Rey Mohamed VI es prueba de ello y su mensaje es esperanzador .