La paz para oriente próximo pasa por Andalucía

Si algún lugar duele la violencia en oriente próximo es en Andalucía, donde la tolerancia hizo posible la convivencia cultural y religiosa

RPRESS Pedro I. Altamirano. Málaga, 7 agosto 2022.- Duele, mucho, cada vez que vemos las imágenes de violencia infinita a causa de problemas territoriales, culturales o nacionalistas en oriente próximo. Con cada víctima se nos va parte del alma de Andalucía. Con cada fracaso en cualquier tipo de negociación se nos va parte de nuestra historia, de nuestras esperanzas, de nuestros sueños.

Algunos niegan la historia de paz y tolerancia en Andalucía, otros quizás la engrandezcan en demasía, pero lo que es innegable es que se fue capaz, dejando a un lado la violencia crear una sociedad que dio luz al Mediterráneo, y a una Europa sumergida en la oscuridad del medioevo adelantando el renacimiento. Se eligió el diálogo, quizás no siempre justo, la paz, la tolerancia religiosa y cultural, quizás tampoco del todo justa, pero que suscrita al contexto de la época, sin duda un ejemplo para el mundo.

El modelo andaluz de paz y tolerancia nunca fue ni respetado ni soportado, de ahí los furibundos ataques de la intolerancia religiosa y cultural de los cristianos por el norte, y los radicales integristas musulmanes por el sur que no permitían el islam moderando andaluz. Por suerte, aunque la violencia que emerge del odio religioso destruyera Al-andalús, no consiguieron destruir ni el carácter, ni los sueños andaluces que permanece en el corazón de todos los andaluces.

Cuando digo todos los andaluces me refiero a todos, los que hoy vivimos en Andalucía y aquellos que fueron obligados a huir de su patria andaluza, a esos que hoy llamamos andalusíes que conforman nuestra diáspora repartida por medio mundo, pero de forma especial, en África y Oriente próximo.

Conocí a un poeta israelí, árabe sefardí, que me contó que un día llegó corriendo a su casa de la Medina sefardí de Izmir en Turquía gritando que en el puerto había un barco lleno de judíos, cuando su madre llegó al puerto se encontró con un barco lleno de andaluces. Mi amigo Slomó Abayou musulmán creyente, pero israelí de corazón, es uno de esos que guardaron el idioma sefardí, como seña de identidad, por ello identificó el idioma con su historia. Si hablaban sefardí, eran judíos, no había otra opción. Por cierto si alguien conoce al buen Slomó, que le recuerde que le esperan con los brazos abiertos sus amigos andaluces.

Andalucía hoy forma parte de la Nación española, pero con un gobierno autónomo con grandes techos competenciales, pero sin capacidad de política exterior propia, por ello todo pasa por Madrid como es lógico en un país unido. Esta lógica política deja al Mediterráneo y el Oriente próximo sin la capacidad diplomática de Andalucía en base a su autoridad moral y cultural a través de su importante diáspora andalusí. Pero ello no debe se óbice para qué, en el campo de la diplomacia civil  sea capaz de mediar en los conflictos.

Hoy vemos con intenso dolor como de nuevo se recrudece el insoportable conflicto entre Palestina e Israel. Desde Andalucía lo observamos como una verdadera guerra civil entre hermanos, entre andalusíes sin poder intervenir, sin capacidad de opinión ni de poder mediar entre ambos. Es hora de cambiar el paso. Los andaluces deben tomar su responsabilidad y hacerse escuchar por las partes.

No se puede permitir esta guerra fratricida entre andalusíes. Por ello propongo al gobierno de Andalucía, sin irrumpir en las competencias estatales, a crear un grupo de trabajo en base a la diplomacia civil para mediar en el actual conflicto y conflictos en Oriente Medio y el Sahel. El instrumento civil existe, me refiero a la fundación tres culturas, dependiente de España y Marruecos, que debiera abandonar el sueño funcionario, y comenzar a ser útil para las culturas que representa. Me pregunto muchas veces, si palestinos e israelíes se preguntan ¿dónde está Andalucía?

La tarea no es ni será fácil, pero ha llegado el momento de actuar en nombre de la paz, y conseguir que en el caso de conflicto palestino israelí el odio torne en hermandad, la violencia en fraternidad, y los disparos en diálogo. Retornar al espíritu de la paz y la tolerancia como única vía posible a la convivencia entre hermanos para terminar con un conflicto que nunca debió producirse. Estamos a tiempo, es el momento.

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