El terrorismo del Frente Polisario fracasará en su intento de enfrentar a españoles y marroquíes.
RPRESS Pedro I. Altamirano. Málaga, 31 de enero 2022.- Mi adolescencia y juventud la viví bajo el llamado tardo franquismo, o lo que es lo mismo, el final del régimen del “Generalísimo” Franco y la llamada “transición” democrática, que más que transición debiéramos recordarla como la “transacción”, pero eso es otro tema que merece unas decenas de tesis doctorales de las que me siento del todo incapaz.
Época dura, pero intensa en lo social y político, siempre bajo la lacra del terrorismo de las bandas como los Grupos de Resistencia Antifascista Primero de Octubre (GRAPO) y Euskadi Ta Askatasuna (ETA), pero que sólo eran las “más” conocidas entre un amplio abanico de bandas de diversas ideologías de extrema derecha e izquierda como Grupos de Acción Revolucionaria Internacionalista, Batallón Vasco Español, Grupos Armados 28 de Febrero, Guerrilleros de Cristo Rey entre muchos más. Para terminar el cuadro de honor de terrorismo, el Frente Polisario asesinaba a pescadores canarios, y atentaba contra ciudadanos españoles en el Sahara Occidental.
Todos ellos combatidos, con mayor o menor éxito, por un Estado español, capaz de todo para acabar con ellos, incluido el terrorismo de Estado, las penas de muerte y la tortura inhumana. Todo ello se produjo en España, incluso con la etapa socialista de Felipe González, sólo hay que recordar a los Grupos Antiterroristas de Liberación GAL, o los “interrogatorios inhumanos” en los calabozos españoles a los terroristas o sospechosos de serlos.
El terror del que fue capaz de imponer a la sociedad española la banda ETA durante los recordados “años de plomo” hizo que, a veces, se implantara en España la sed de venganza, por encima de la defensa de los derechos humanos y el respeto a la democracia, mirando hacia otro lado cuando se evidenciaba el terrorismo de Estado durante el “Felipismo”. La dureza del Estado contra el terrorismo no miró de fronteras, y del mismo modo se trato a la banda armada terrorista del Frente Polisario, a la que tras los atentados contra las personas e intereses españoles, sus responsables fueron expulsados de España y sus sedes cerradas.
Tanta mano dura contra el terrorismo, hoy se ha diluido como un azucarillo cuando se habla de cómo trata el actual gobierno español de Pedro Sánchez con respecto al Frente Polisario, que campa impune a sus anchas por España, mientras se atreva a amenazar a personas y empresas españolas, al mismo tiempo que se lucra en lo económico, con las ayudas que recibe del tesoro español a través de las subvenciones a las asociaciones de apoyo al terrorismo del Polisario. Esto no es casualidad ni baladí. Es sólo la punta de un enorme iceberg que encierra muchos intereses bastardos, presuntas corrupciones y deudas políticas.
Nací en la Ciudad del Paraíso, en mi “Ciudad de Málaga”. Las primeras imágenes que recuerdo son del un Puerto lleno de barcos cargando y descargando mercancías de una ciudad industrial y dinámica, que algunos se encargaron en cargarse. Un puerto donde salían barcos hacia toda Europa, Génova, Marsella…, pero de forma muy especial, hacia Melilla y Tánger. Unos muelles llenos siempre de marroquíes que sin necesidad de visados, iban y venían a el vecino y amigo Marruecos. Nunca eran extraños, sino cercanos hermanos con quienes compartir café, té y pinchitos en la esquina del parque, donde el tangerino malagueño Ali, hacía los mejores bocadillos de pinchitos “morunos” del mundo.
Durante el franquismo, el tardo franquismo, la transición, los años de plomo, las crisis económicas, durante todas estas etapas y años, las relaciones de los españoles, y marroquíes, a pesar de todos los problemas que suelen tener los vecinos, compartimos amistad y colaboración, incluso cuando nuestra pertenencia a la Unión Europea exigiera pedir visado de entrada a los marroquíes quienes siempre entraron y salieron en completa libertad y hermandad. Así y todo, nunca decayó la cooperación bilateral, tal y como demuestra que, aún en la actualidad, España es el mayor inversor en el Reino de Marruecos.
Incluso en los momentos duros (recordar el desastre de la Isla Perejil) siempre se mantuvo la comunicación, y no se interfirió en los intereses sociales o comerciales bilaterales. A pesar de su dureza, se supo, con buena voluntad, firmeza de las posiciones y mucha diplomacia llegar a acuerdos siempre poniendo lo que nos une por aquello que nos separa. Esa fue, esa es, y esa debe ser la formula de nuestras relaciones, el interés general por encima del particular, el interés social y económico por encima de la política. Poner al ciudadano por encima de todo lo demás.
Llego el gobierno de Pedro Sánchez, que puso su interés personal y partidista, por encima de los intereses generales, con ello comenzó una etapa política española, donde los intereses generales del Estado, y de los ciudadanos, pasan a un segundo lugar. Un desastre que pagamos todos, españoles y marroquíes por igual, ya que compartimos los mismos intereses económicos, sociales, culturales, políticos y geoestratégicos. Todo ello puesto en grave peligro por un egoísmo desmedido de un anti-estadista como es Sánchez (Estadista es el que piensa en las próximas generaciones, antes que en las próximas elecciones) siempre pensando antes en las próximas elecciones que en las próximas generaciones.
Hay que ser egoísta para intentar cargarse unas relaciones bilaterales más que vitales para el presente y futuro de generaciones de españoles y marroquíes, a cambio de mantener contentos a unos socios de gobierno anti marroquíes y pro regímenes totalitarios enemigos el desarrollo de la democracia y los Derechos Humanos como Argelia, Cuba o Venezuela. No existe otra explicación para este cambio de comportamiento con respecto a Marruecos por parte de un Partido Socialista siempre colaborador con Marruecos. Sólo hay que recordar las continuas y amistosas visitas de Felipe González o José Luis Rodríguez Zapatero, para reforzar las relaciones bilaterales, más allá de la histórica y hermana relación de las monarquías españolas y marroquíes.
Pedro Sánchez es el primer presidente que deja cumplir con la tradición de realizar la primera visita internacional a Marruecos como muestra de amistad y cooperación. No pone interés alguno, no ya en intensificar las relaciones con Marruecos, sino en entorpecerla en todo lo posible, e intentando, desde la prensa “amiga” y perjudicar en lo posible, la imagen de Marruecos entre la sociedad española mediante una política informativa “tóxica” e indecente, con el único fin de romper las relaciones históricas de amistad y buena vecindad entre españoles y marroquíes.
¿Porqué se actúa de ese modo? La respuesta, a mi humilde opinión es fácil, tal y como ya lo indiqué en párrafos anteriores, el egoísmo político. Pero no es lo único. Al egoísmo desmedido del actual presidente español, hay que sumar los intereses y deudas políticas de sus actuales socios de gobierno y partidos que lo sostienen en el poder.
Es evidente la afinidad de Podemos con las tesis totalitarias venezolanas o cubanas que la acercan al régimen militar argelino, del mismo modo que las formaciones vascas que lo apoyan, muy cercanas o nacidas del entorno de la ex banda terrorista de ETA, tienen muchas deudas y servicios que agradecer a Argelia. Argelia, en el centro y eje del problema. Ese es el verdadero cuerpo del gigantesco Iceberg, del que la banda armada del Frente Polisario es sólo la punta que logramos ver.
Hay que recordar que Argelia protegió, ayudó y doto de entrenamiento a bandas terroristas internacionales, entre ellas a ETA en su tiempo, que compartía campos de entrenamiento con el Frente Polisario, terrorismo que el Reino de Marruecos ayudaba y ayuda a combatir a los gobiernos de España. ¿Comenzamos a entender el diabólico puzzler Sánchez – Podemos – Argelia?
Argelia pretende destruir Marruecos. No le interesa, bajo ninguno de los conceptos, un Marruecos reunificado, fuerte en lo económico social y militar, democrático, acogido a derecho, y defensor de los Derechos Humanos. El actual progreso marroquí, deja en evidencia el régimen totalitario argelino, falta de libertades, continua violación de Derechos Humanos y cooperación con bandas armadas en el Sahel. Del mismo modo que la actual fortaleza marroquí impide, a todos los niveles, las aspiraciones expansionistas territoriales que siempre ha perseguido con respecto al Sáhara marroquí, a través de la utilización a modo de pantalla y marioneta, de un Frente Polisario liderado por el presunto genocida y violador de derechos básicos humanitarios Brahim Ghali.
Lo que más molesta a esta relación anti natura de un Gobierno “democrático” como se supone que lo es el Español, con dictaduras reconocidas a nivel internacional, es la cooperación social hispano marroquí, la cooperación de españoles y marroquíes, ya que desmorona todo el trabajo de destrucción que persigue Argelia y sus marionetas.
La sociedad española más progresista trabaja por intensificar las relaciones bilaterales; está por apoyar la paz y la reunificación del Reino de Marruecos en base al reconocimiento histórico de la soberanía sobre sus provincias del Sur en el Sáhara Occidental marroquí que respeta los derechos de las tribus indígenas en países independientes, tal y como se reconoce con la amplia autonomía de los Saharauis; de llegar a soluciones acordadas sobre las diferencias territoriales sobre Ceuta, Melilla e islotes, y superar todas las diferencias.
Una sociedad progresista española que pone siempre lo que nos une, por encima de lo que nos separa, porque somos conscientes que, dese la cooperación social hispano marroquí, creceremos juntos, nos enriqueceremos juntos, desarrollaremos la democracia y los Derechos Humanos. Lograremos crear un área de bienestar social y libertades para nosotros, y para los países que nos rodean. Este es el futuro que persigue tanto la sociedad civil española como la marroquí.
Ni Argelia, ni sus títeres del Frente Polisario, ni Podemos, ni los deudores políticos de Argelia, ni el egoísmo personal de Pedro Sánchez, podrán impedir la amistad entre marroquíes y españoles, ni impedir el futuro en común por el que trabajamos juntos.