Marruecos debe redoblar los esfuerzos para potenciar el turismo cultural como motor económico

La cultura supone ya el 4,5% del PIB de la Unión Europea, y creado más de nueve millones de empleos estables y de calidad

RPRESS Pedro I. Altamirano. Málaga, 12 julio 2022.- El Reino de Marruecos es, de modo indiscutible un país turístico, lo tiene todo para ser uno de los países del mundo que lidere un sector fundamental en lo comercial. Es un país con una belleza singular, que se agranda con la gastronomía, artesanía, playas de increíble calidad, pero sobre todo por la mítica y real hospitalidad y amabilidad del pueblo marroquí en su conjunto.

El salto cualitativo y cuantitativo de sus instalaciones hosteleras y de infraestructuras de comunicaciones internacionales e internas, mejoran cada año de forma exponencial, al tiempo que crecen las conexiones aéreas con todo el mundo. Mucho trabajo realizado, y mucho trabajo por realizar aún para que Marruecos entre en el club de los grandes en el sector del turismo como Estados Unidos, España, Francia o Italia, en el que estoy seguro, que más pronto que tarde alcanzará a estar.

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En mi humilde opinión, al margen de todo el enorme esfuerzo que se está realizando desde las administraciones públicas del Reino de Marruecos entorno al turismo, creo que se debe dar un paso decidido hacia delante en lo que hoy se conoce como turismo cultural, que hace que hoy en día, la cultura sea un verdadero motor económico en pleno crecimiento en la Unión Europea. Hoy la industria cultural en la Unión Europea aporta ya en estos momentos más del 4,5% del PIB agregado de los países miembros, lo que significa una facturación de 600.000 millones de euros, que ya han generado más de nueve millones de puestos de trabajos estables y de calidad.

El turismo cultural es capaz de hacer milagros económicos como el producido en la ciudad de Málaga, que en apenas veinte años, ha pasado a ser de una ciudad deprimida y a la cola de las ciudades del Mediterráneo, a ser una de las ciudades más dinámicas y con futuro de la cuenca Mediterránea, y todo basado en la apuesta por el turismo de calidad que aporta la cultura.

En las constituciones más avanzadas, entre ellas la española, establecen que los poderes públicos promoverán y tutelaran el acceso a la cultura a la que todos tienen derecho. Es necesario progresar en su naturaleza jurídica y hacer de la Cultura un derecho fundamental y relacionarlo o vincularlo con el derecho a la educación. La cultura como un derecho de los seres humanos.

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La Cultura es una exigencia democrática, el motor de la creación y el fundamento de la transformación social. Del mismo modo, la Cultura constituye el fundamento de los valores y principios constitucionales, y por tanto escenario del progreso y es el elemento esencial para desarrollar de forma plena la ciudadanía democrática.

Sin la Cultura no existe identidad, emoción, belleza, excelencia, ni sueños. Sin cultura no hay futuro posible, por qué no constituimos y formalizamos ya, un pacto por la cultura que se recuerde como histórico y que, al tiempo sea creativo, generoso y cierto que se constituya desde el diálogo y sea conformado por los creadores e intérpretes, por las instituciones y sectores culturales, partidos políticos y centrales sindicatos, que culminen cuando proceda, en la proclamación de la cultura como derecho fundamental.

El patrimonio cultural, material e inmaterial acumulado a lo largo del tiempo es único y excepcional, compuesto por bienes históricos, artísticos, paleontológicos, arquitectónicos, etnográficos, documentales, bibliográficos, científicos… que nos relacionan con el pasado, nos conectan con el presente y nos proyectan al futuro.

Dice Cicerón que la Cultura es el alimento del alma, que nos alimenta y conforma con conocimientos, creaciones e informaciones que determinan nuestro carácter, personalidad e identidad. De ahí que se diga que la Cultura hace mejor a las personas, tiene un enorme poder de transformación, lo que se resume en que sin cultura no hay progreso. Además de todo ello, se convierte en un motor económico indiscutible y en plena expansión en el siglo XXI.

Marruecos debe ponerse en el pelotón de cabeza en lo que se refiere al turismo cultural. Seguir los pasos de las ciudades del mundo que han sido capaces de transformar su realidad social y económica en torno a la cultura, ya que en la sociedad del siglo XXI, el ocio tendrá más importancia económica, al mismo ritmo que la inteligencia artificial se hace cargo de los procesos productivos. Reciclar al ser humano, transformarlo de ser un elemento mecánico productivo, a ser un elemento pensante y libre que a la vez sea productivo en lo económico. Hacer del ocio y la cultura el nuevo entorno laboral productivo del actual siglo.

Marruecos no puede perder el tren del cambio social y económico. De ahí la importancia de redoblar los esfuerzos para potenciar el turismo cultural como motor de cambio.

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