Sudán del Sur cumple diez años con más lamentos que logros
RPRESS Atem Simón Mabior. Yuba, 9 julio 2021 (EFE).- Cuando Sudan del Sur se independizó de Sudán tras un referéndum en 2011 había esperanzas de una vida mejor, basadas sobre todo en los ingentes recursos naturales del país. Pero la guerra civil que estalló en 2013 frustró los sueños y el Estado más joven del mundo aún no puede considerarse tal diez años después.
El presidente, Salva Kiir, que ha liderado el país desde su nacimiento, prometió paz, prosperidad y estabilidad social, pero un año más ha anulado las celebraciones de la independencia, vetadas desde 2020 por la pandemia del coronavirus y en años anteriores por la falta de fondos públicos, que afecta a todos los sectores.
«Os garantizo que no os devolveré a la guerra. Trabajemos todos juntos para recuperarnos de la última década y poner a nuestro país en el camino del desarrollo», dijo Kiir en un discurso televisado a la nación con motivo del décimo aniversario de la independencia de Sudán del Sur.
El viceministro de Información, Baba Meda, dijo a Efe que en su décimo aniversario Sudán del Sur «está siendo testigo de una mejora en la situación de seguridad debido a la implementación del acuerdo de paz», que el Gobierno de Kiir y la oposición armada liderada por Riek Machar sellaron en 2018.
Sin embargo, muchos puntos del pacto siguen sin aplicarse y Meda admitió que «existen numerosos desafíos que el Gobierno y la oposición están tratando de afrontar», especialmente la situación humanitaria con más de ocho millones de personas que necesitan asistencia, según datos de la ONU.
UN PAÍS QUE DEPENDE DE LA AYUDA HUMANITARIA
El profesor de Economía de la Universidad de Yuba Abraham Awoulich dijo a Efe que en la pasada década la tasa de pobreza ha aumentado un 31 % debido a varios factores, entre ellos la guerra, aunque según Naciones Unidas a día de hoy más personas necesitan asistencia humanitaria que durante el conflicto armado (2013-2018).
Según Awoulich, la ausencia de una «planificación adecuada» por parte del Gobierno y «la inestabilidad política junto a la corrupción de la élite política «llevaron al «declive de la situación».
La inseguridad alimentaria está extendida en todo el territorio y 1,4 millones de niños sufrirán malnutrición este año, la cifra más alta desde el estallido de la guerra en 2013, tal y como alertó el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) esta semana.
Por su parte, Ana Lucía Bueno, encargada de los programas de Salud del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) en Sudán del Sur, explicó a Efe que el 95 % de los servicios médicos están apoyados por organizaciones internacionales, ya que el joven país no tiene los recursos para pagar a los trabajadores del sector y los que están cualificados se marchan al extranjero.
«Los servicios especializados virtualmente no existen», agregó, poniendo como ejemplo el tratamiento del cáncer.
Bueno destacó que «lo más complicado es que la población llegue a los centros de salud», para lo que tienen que caminar hasta cinco días, debido a las barreras geográficas y a la violencia que aún afecta a muchas áreas remotas.
La malaria sigue siendo la enfermedad que más mata en Sudán del Sur, donde este año se han registrado también muchos casos de poliomielitis, además de la pandemia del coronavirus que, sin embargo, no ha afectado tanto como se temía, señaló en una entrevista telefónica la trabajadora humanitaria que ha sido testigo de la evolución del país desde 2011.
FRUSTRACIÓN Y ESPERANZA
El Consejo de Iglesias sursudanés lamentó en un mensaje con motivo del décimo aniversario que «Sudán del Sur llegó a un nivel en el que depende de la ayuda humanitaria que brindan los organismos internacionales», algo que achacó a «las disputas entre los líderes políticos».
«Hace diez años esperábamos que nuestro país fuera testigo de una era de estabilidad y paz, y todos eran optimistas ante la declaración de independencia, el nacimiento del nuevo Estado fue recibido con alegría, vítores y lágrimas», dijo el ente religioso en un comunicado.
Sin embargo, la alegría de hace diez años, cuando los sursudaneses celebraron su ansiada independencia de Sudán tras una larga guerra entre el norte y el sur, «se ha convertido en una gran conmoción y profunda frustración», agregaron las Iglesias.
Para Peter James Martin, un empleado de 44 años del Ministerio de Educación, en el décimo aniversario de la independencia vuelve a existir «el espíritu de esperanza en los ciudadanos», después de la implementación del acuerdo de paz.
Antes vivían en «un estado de frustración por la guerra y la destrucción», afirmó a Efe, pero ahora este residente de Yuba deseó que «los líderes políticos presten atención a los problemas de los ciudadanos» a raíz del acuerdo que permitió la formación de un Gobierno de unidad nacional a principios de 2020.
«Tenemos una profunda necesidad de mejorar nuestras condiciones de vida, necesitamos una paz social que sane las grietas que causó la guerra entre tribus y grupos diferentes» de la sociedad, concluyó.