Deon Meyer, el rey de la novela negra en una Sudáfrica imperfecta

RPRESS  Johannesburgo, 5 octubre  (EFE).- A punto de estrenar la edición en inglés de su última obra, Deon Meyer, el rey de la novela negra sudafricana, afirma no hacer gran caso a su éxito mundial. Sí le importa más dar al mundo una imagen «honesta» de una Sudáfrica que, aun llena de «conflictos», tampoco sucumbe a sus peores miedos.

«Quiero mucho a este país. Para mí es muy importante ser claro sobre lo que ocurre en Sudáfrica, pero también positivo, y tratar de pintar en los libros una imagen veraz y honesta», señala Meyer en una entrevista con Efe desde su residencia en Stellenbosch, una localidad mundialmente famosa por sus vinos ubicada en los alrededores de Ciudad del Cabo (suroeste).

«En los últimos 50 años hubo muchos miedos sobre lo que podría pasar (en Sudáfrica) y también muchas esperanzas. Si miras lo que hemos logrado en ese tiempo, nunca fue tan malo como nuestros peores miedos y nunca fue tan bueno como nuestras mayores esperanzas. Y creo que siempre será así», razona.

Tras haberse metido de lleno en el mundo de la corrupción policial y política sudafricana con su anterior novela («The Last Hunt»), Meyer volverá a las librerías de Sudáfrica y del mundo a partir de finales de este año con la edición en inglés y otros idiomas de «The Dark Flood», la siguiente entrega -ya publicada en afrikáans en 2020- de su protagonista más icónico, el detective Benny Griessel.

«Creo que los políticos corruptos no leen ficción», asegura el escritor, despreocupado, cuando se le pregunta si ha sufrido presiones por ubicar muchas de sus historias en escenarios que reflejan los males que acosan a Sudáfrica, desde la corrupción al oscuro legado del sistema de segregación racista del «apartheid».

HISTORIAS QUE ATRAPAN, MÁS ALLÁ DEL CRIMEN REAL

Publicado en más de 40 países y traducido a 27 idiomas (entre ellos el español, con títulos como «Trece horas»), Meyer no cree que todos sus lectores identifiquen hasta qué punto muchos de sus libros discurren en paralelo a la realidad sudafricana, por eso, para él, lo más importante es contar historias que atrapen.

«Todavía no me veo estrictamente como un autor de ficción criminal, me pienso mucho más como un autor de ficción de suspense», comenta.

La novela negra, sin embargo, supone la mayor parte de la producción literaria de este autor sudafricano que, desde adolescente, está enamorado del género.

Su inspiración, de hecho, viene más de la propia literatura que del mundo real, aunque Sudáfrica sea uno de los países con peores tasas de criminalidad del mundo.

«No hay correlación entre el crimen real y la ficción criminal. En una sociedad, en cualquier parte del mundo, el 80 % del crimen ocurre en las comunidades más desfavorecidas, es de naturaleza doméstica y relacionado con las drogas o el alcohol. No hay misterio ahí, no hay entretenimiento, solo cosas muy tristes», opina.

«The Dark Flood» llega ahora al inglés con algo de retraso por culpa de la covid-19, una realidad pandémica que guarda algunos paralelismos con otro de los libros de Meyer, «Fever», en el que un virus asolaba el mundo.

«Cuando escuché de los primeros casos en China pensé que iba a ser solo otro pequeño brote que desaparecería. Solo cuando llegó a América e Italia me di cuenta de que había algunas similitudes», rememora.

«La gran sorpresa fue lo mal que nos las arreglamos internacionalmente, la poca cooperación entre países, cómo en muchos países se politizó, incluso en Sudáfrica. Aún ahora, con los antivacunas y las noticias falsas…Es una locura, es el tipo de cosas que nunca puse en el libro porque pensé que esa clase de sinsentidos nunca pasarían», agrega.

«LOS AFRIKÁNERES TENEMOS UNA DEUDA DE HONOR CON SUDÁFRICA»

Además del éxito editorial, este novelista, de 63 años, ha recibido numerosos premios internacionales. El último gran reconocimiento llegó de Francia, el pasado abril, cuando las autoridades galas le distinguieron como «Chevalier des Arts et des Lettres» (Caballero de las Artes y las Letras).

«La realidad es que no soy el rey de la ficción criminal sudafricana. Soy simplemente el primero que empezó a escribir novela criminal después del fin del ‘apartheid’. Y como fui el primero, tuve algunos golpes de suerte», puntualiza.

Aunque estudió literatura inglesa e historia, Meyer escribe siempre en afrikáans, su lengua materna, porque es lo que le resulta más honesto y eficaz como escritor.

«Es una lengua bajo amenaza, como muchas otras lenguas pequeñas. Es mi contribución para mantenerla viva», apunta, sin dejar de reconocer que es un idioma inevitablemente acechado por los fantasmas del «apartheid».

«Jugó un papel muy oscuro durante el ‘apartheid’. ‘Apartheid’ es una palabra en afrikáans, la trajo al mundo el pueblo afrikáner. Así que yo siento culpa por eso y apostaría a que mucha gente afrikáner también acarrea ese peso. Pero soy afrikáner así que ¿qué hago? ¿cómo lidio con esto?», se pregunta.

La aportación de Deon Meyer a este dilema está en sus libros.

«Creo que los afrikáneres tenemos una deuda de honor con este país, con que tenga éxito, con revertir los males del pasado. Y así es como trato de vivir mi vida, pero también de escribir mis libros», concluye.

Nerea González

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