Argelia pierde los nervios con España, deja al descubierto su íntima relación con la banda armada Frente Polisario y el terrorismo en el Sahel.

Argelia siempre se ha puesto de perfil cuando había que tomar responsabilidades en las negociaciones para una solución pacífica sobre las provincias del sur de Marruecos, pero a la hora de la verdad, siempre sale de la madriguera y demuestra que el Polisario es su responsabilidad.

RPRESS Pedro I. Altamirano, Málaga, 9 junio 2022.- Argelia, desde que existe por la mano y obra de Francia, ha sido enemigo de Marruecos. Lo será hasta que caiga el régimen militar, y al fin, los argelinos puedan disfrutar de vida democrática que se merecen.

Desde el principio se alineó con las tesis revolucionarias, hoy fracasadas, del panarabismo, el comunismo ruso que también terminó en la papelera. No supo evolucionar, ni aprovechar los aires democráticos que soplaban desde la URSS de Mijaíl Gorbachov con su glasnost (apertura) y la perestroika (reestructuración), ni acercarse a ninguno de los movimientos democráticos, prefirió seguir en el caparazón de caracol, a al modo cubano, para beneficio de sus clases militares dirigentes.

Apoyo, y sigue apoyando a todos los grupos terroristas que pudo. En el caso español al Movimiento por la Autodeterminación e Independencia del Archipiélago Canario MPAIAC, o Euskadi Ta Askatasuna ETA entre otras, sin olvidar el terrorismo yihadista, tan presente hoy en el Sahel. Apoyó siempre todos los movimientos de desestabilización en el área para su propio beneficio influyendo en el desastre de la primavera árabe, en Libia y, más que posible hoy en el movimiento desestabilizador de Túnez. Siempre ha sido, es, y será, mientras esté gobernada por el régimen militar una bomba de relojería para el Mediterráneo.

Siempre fue enemiga de Marruecos, pero ¿por qué? Marruecos siempre fue le antítesis de Argelia. Marruecos progresaba en todos los aspectos sociales, culturales, empresariales, democracia, y sobre todo se alineó siempre con el Atlantismo, Europa, el Islam moderado, y con el libre comercio. Marruecos es el espejo donde se refleja el fracaso argelino. Desde el inicio le molestó Marruecos. Ya expulso de forma inhumana a familias marroquíes, la guerra de las arenas, y sobre todo, se apropió del Polisario, bajo un golpe de estado provocado por Brahim Ghali, para intentar crear una república marioneta al servicio de los intereses ilegales de Argelia.

Argelia siempre estuvo detrás de todas las decisiones del Polisario, y por tanto responsable de sus actos criminales, y de mantener secuestrado en los campos de Tinduf a miles de personas contra su voluntad, en pésimas condiciones de vida a pesar de todas las ayudas que recibe a nivel internacional, y que terminan en manos de la cúpula militar y dirigentes de la banda armada. Esta es la única y verdadera realidad que tanto molesta a los seguidores de la banda armada.

España por su parte, mientras pudo, jugo a dos manos. Podía mantener esa postura en el limbo a la sombra de las resoluciones de las Naciones Unidas, y la permanencia de la MINURSO en las provincias del Sur. La situación parecía mantenerse en calma mientras no hubiese cambios sustanciales, pero la situación geoestratégica cambia de repente con el reconocimiento de los Estados Unidos de la soberanía del Reino de Marruecos sobre sus provincias del sur, bajo la fórmula autonómica, seguidas de todo un importante ramillete de países importantes.

España se quedaba en fuera de juego, mucho más tras el conocido caso Ghali. España estaba obligada a mover ficha. No dudo. Tampoco podía dudar. España pertenece a la Unión Europea y la OTAN, por tanto sabía lo que debía hacer: reconocer la soberanía de Marruecos sobre el Sáhara. Jaque Mate al Polisario, pero del mismo modo a las históricas aspiraciones argelinas sobre el territorio.

Argelia perdía la partida, y en vez de reconocer la derrota, dejar de apoyar a la banda armada, y reconciliarse con España, Marruecos y el Mediterráneo. Dejar de ser un régimen que acoge al terrorismo del Sahel, sumarse al desarrollo económico y social para el bien del pueblo argelino, reacciona como todos los regímenes totalitarios, siempre intentando huir hacia delante. Argelia no tiene otra reacción que la esperada, que por otro lado ya nos tiene acostumbrada: pataleta infantil y pinchar la pelota, para que no juegue nadie.

Argelia, la que nunca reconocía tener intereses sobre las provincias del sur, Argelia la que no quería saber nada, ni tener responsabilidades sobre el Polisario, sale de la madriguera, enseña sus verdaderas cartas y se enfada. Suspende toda relación comercial con España. Peor para Argelia.

Argelia solo tiene dos opciones, o se toma un calmante para los nervios y reconduce su postura con España, deja de apoyar al Polisario y renuncia a sus pretensiones territoriales sobre el Sáhara, o bien estará cada vez más aislada, más pobre y con más problemas internos. Ellos sabrán. Es un problema que tienen que resolver ellos si quieren seguir existiendo como Estado.

 

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