Amor en el Rif o la batalla de Annual, vistos por cinematógrafos españoles
RPRESS Lahcen Haddad. 7 diciembre 2021(ATALAYAR).- En el marco de la exploración de las profundidades del imaginario español en su relación con Marruecos y de la comprensión de sus representaciones del ser humano, la sociedad, la historia y la cultura marroquíes que enmarcan al «inquietante y desconcertante» vecino del sur, les presento este análisis crítico/cinematográfico de la serie ‘Tiempos de guerra’, que se proyectó en enero de 2018 en Netflix.
El enfoque, especialmente el tema de la relación con Marruecos y los marroquíes, puede ser de interés para especialistas en producción cinematográfica española, especialistas en estudios coloniales y orientalistas, historiadores y estudiantes de literatura y arte desde la perspectiva de los “estudios culturales” y “estudios poscoloniales”.
‘Tiempos de guerra’ es una serie de historias melodramáticas (en su mayoría) sobre la guerra del Rif vista por enfermeras de la nobleza y las clases acomodadas que se ofrecen como voluntarias en el Ejército español para ayudar a los heridos. Unas enfermeras que se enamoran y tratan de compaginar el llamado del deber con los latidos del corazón en un entorno culturalmente diferente durante un período en que se vive a merced de un aluvión de balas, sangre y asesinatos. El resultado es una experiencia que altera su cosmovisión, a ellas mismas, y, quizás (este es el deseo implícito de los directores), incluso al eterno enemigo, el «moro», que ronda el imaginario colectivo español desde la Edad Media.
La serie de producción española (Bambú Producciones para Atresmedia) fue dirigida por David Pinillos, Manuel Gómez Pereira y Eduardo Chapero-Jackson, e interpretada por Amaia Salamanca (quien tuvo un papel exitoso en las series españolas ‘Velvet’ y ‘Grand Hotel’, disponibles también en Netflix) y José Sacristán (también ‘Velvet’), Marcel Borràs , Verónica Sánchez , Vicente Romero y Alicia Borrachero (esta última actuó en ‘La Embajada’ de Gema R. Neira).
La sinopsis publicada por ‘Beta Film’ (empresa de producción de películas) sobre la serie, es la siguiente:
“‘Tiempos de guerra’, una serie basada en hechos y personas reales. En los años veinte del siglo pasado; La reina de España manda hacia Marruecos a un grupo de mujeres de origen noble, que recibieron sólo una formación básica, para tratar a los heridos en la guerra hispano-marroquí. A diferencia de sus compañeras (y rivales), Julia no recibió ninguna formación, su objetivo era encontrar a su prometido y a su hermano, dos soldados españoles que se perdieron durante la batalla. Julia se introdujo sigilosamente en el barco que transportaba a las enfermeras a Melilla, pero es descubierta más tarde por Carmen, la enfermera principal que tenía una personalidad muy fuerte. El viaje en el que se embarcó Julia cambió el sentido de su vida para siempre. Estar en contacto directo con el sufrimiento de los heridos y las difíciles condiciones del trabajo en el hospital de campaña hizo que Julia, Magdalena y Verónica reconsideraran la ética y las prioridades en las que creen, alcanzando una comprensión más profunda de quiénes son realmente y qué esperan de la vida y del amor”.
La sinopsis de ‘Beta Film’ no señala en absoluto el período colonial, la batalla de Annual, o los depósitos geológicos subyacentes como cualquier representación de la relación entre el español y el marroquí, regida por siglos de prejuicios y representaciones étnicas fijas. Estas cuestiones mencionadas en la serie, siempre que los directores intentan plantearlas con una especie de historicismo disfrazado de modernidad política, aparecen más, intencional o involuntariamente, en la dificultad de superarlas o abordarlas sin recurrir a estereotipos de “el árabe”, “el marroquí” o “el moro” en general.
Más en profundidad, encontramos también un intento inteligente de justificar la derrota de los españoles en Annual creando el tema de la traición a lo largo de la narración, así como el tema de la violencia, la ferocidad y la baja moral del «otro», además de los conflictos e intrigas dentro del estamento militar y entre éste y el poder político (que históricamente conducirá, más tarde en el imaginario de la serie, al golpe de Barcelona del general Miguel Primo de Rivera en septiembre de 1923, y que la serie insinúa con alguna previsión vacilante).
La serie es melodramática en todo el sentido de la palabra, a nivel de los personajes, que son buenos o malos, o la trama, que gira en torno a la emoción y lo que provoca de llanto, amor, decepción y complejidades narrativas sobre la rivalidad de los personajes para ganar un amor del amado o la amada. Todo en un mundo de guerra y caos de sangre, matanza y destrucción.
Sin embargo, la serie sigue siendo épica puesto que trata, con una notable profesionalidad escenográfica, las historias de las enfermeras y su relación con los soldados heridos, la institución militar y la institución real, a la luz de una lucha mayor representada por un enemigo feroz (Ibn Abd al-Karim y los marroquíes en general) que aparece solo a través de bombardeos, destrucción e intrigas. Por otro lado, los españoles con su patriotismo y amor a los supuestos Reyes, a pesar de sus luchas, la debilidad de sus capacidades y los traidores que había entre ellos, resistieron la derrota con dignidad, amor y altruismo …
Las dimensiones melodramática y épica enmarcan la sucesión de los episodios de la serie desde el principio hasta el final. El tema del patriotismo y el sacrificio aparece desde el primer episodio, que narra en el comentario adjunto cómo «la duquesa (Carmen) conduce a un grupo de mujeres de la alta clase madrileña a abrir un hospital de campaña en Melilla para ayudar a los heridos de la guerra del Rif en circunstancias muy difíciles». El sacrificio será más dramático y conmovedor en escenas en las cuales la duquesa Carmen se ve afectada por una enfermedad terminal que agota su cuerpo e intenta (a veces desesperadamente) ocultarla para permanecer en Melilla para tratar a los enfermos.
El sacrificio de Julia para buscar a su prometido y su hermano en medio de las montañas del Rif en tiempos de guerra y destrucción. Otro tipo de sacrificio por el bien de la familia y el cumplimiento de la promesa; son temas básicos en el conjunto de valores que la serie intenta representar a través de historias narrativas sobre el “amor”; el amor al amado y al hermano, son valores que suelen ser inherentes al tema del patriotismo en la construcción de valores conservadores.
En pleno cumplimiento de la lógica melodramática, encontramos un intercambio de sacrificio y lealtad, y, desde el segundo episodio, el tema de la traición. La traición a la confianza, la traición a los valores de la solidaridad en tiempos de angustia y la traición a la patria. Encarnado por el comandante Silva quien disparó a sus soldados que no querían rendirse y tirar la toalla en la batalla, estranguló también a uno de los soldados heridos para que no declarase en su contra y estuvo a punto de causar la ejecución de Pedro, el hermano de Julia. Silva acaba suicidándose después de revelarse la verdad. Este personaje encarnó al malvado en la construcción melodramática. No obstante, parece ser un intento de los directores de no caer en la dualidad del otro (marroquí) – el mal y el yo (español) – el bien. Adoptando así la dualidad del bien y el mal dentro del espacio del yo.
Pero el tema de la traición se vuelve más ambiguo cuando se trata del otro, es decir, los rifeños, los árabes o los marroquíes. ¿Traicionaron estos a alguien o rompieron alguna promesa? Este es un tema implícito, del cual no encontramos una narración específica, salvo y de manera indirecta, en la historia de “Al-Arabi”, que representa “el lado positivo” del otro, del “Moro”.
En una escena de la serie, una mujer de clase alta gritó: “¿Cómo pueden (refiriéndose a los rifeños) hacer todo esto (derrotarnos en Annual) después de todo lo que les hemos dado?” Sin embargo, todos los episodios guardan silencio sobre lo que ha proporcionado España a los rifeños y a los marroquíes en general.
Al-Arabi “no es rifeño en el sentido estrictamente amazigh, ni se señala como marroquí (Marruecos no existe en el diccionario semántico de la serie) tampoco como “Moro” porque es un término peyorativo inaceptable. De ahí la elección del “Al-Arabi” o el árabe, un nombre amplio que sugiere múltiples connotaciones sobre el otro en sus dimensiones antropológicas e históricas.
Incluso a nivel semiótico, Al-Arabi usa pantalones «Qandaris» (Pantalones cagados) y habla español con fluidez, su árabe es poco común, es alegre, amable y servicial.
Es la cara buena del otro, trabaja sin causar problemas (excepto cuando intentó ayudar a Julia y Magdalena, y por consiguiente fue expulsado del hospital, lo que satisfizo a los españoles que no aceptan tratar con el otro, por más bueno que sea.)
Desde la perspectiva protectocolonial: los rifeños deben ser como Al-Arabi, es decir, que aprendan español, acepten el trabajo de limpieza en el hospital, que estén agradecidos, y si insisten en llevar pantalones Qandaris, para mantener una relación con su cultura local, es aceptable.
Al-Arabi es la antítesis de su hermano el malvado, que atacó a Julia cerca del puerto, y de los rifeños que luchaban contra el Ejército español. Es el «Moro» que acepta la situación colonial y la sirve sin cuestionar. Es guapo, amable, cariñoso y enamorado de Magdalena. Todas estas son calificaciones que lo acercan a los españoles, a pesar de su aparente origen étnico que está representado por signos semióticos como su pantalón, su cabello negro, su árabe e incluso su ingenuidad evidente que se refleja en la sonrisa que nunca abandona su rostro. Puede levantarse para cuestionar a los españoles si su etnia «árabe» es el motivo de su exclusión o la desconfianza en él. Pero eso no equivale a cuestionar la situación política o las relaciones de autoridad que genera la situación colonial.
Es posible que una parte de la sociedad española no acepte el amor de Magdalena a Al-Arabi y la anulación de su compromiso con un señor de la clase alta por ello, pero esto no significa que Al-Arabi nunca va a aspirar a convertirse en casi español.
La serie, a pesar de sus intentos de ser «políticamente justa» (a su manera) hacia Al-Arabi – el hijo excelente del imperio, como podría llamarlo Edward Said – no cuestionó ni una vez la situación colonial. Por el contrario, presenta al Al-Khattabi, los rifeños y los árabes (que son múltiples denominaciones de la misma cosa según la serie) como alguien que socava el momento de la posible visión. Ojalá fueran todos como Al-Arabi: trabajador, amable y poco conflictivo, que no hace preguntas que puedan desintegrar la estructura de la jerarquía colonial haciendo que el colonizador tema al colonizado.
La ira, tristeza, deterioro, sangre y muerte son el resultado inevitable del cambio de ecuación llevado a cabo por los rifeños bajo el liderazgo de Ibn Abd al-Karim. Este es el mensaje subyacente dentro de la narración, sus temas y la semiótica de la imagen cinematográfica. La serie intenta compaginar la supuesta «grandeza de España» (tema implícito también inspirado por el prestigio del Rey y la Reina, la organización militar, la unidad nacional entre los nobles, las clases acomodadas y los soldados, así como la existencia de una zona vital denominada “África española”) por un lado, y su derrota a manos de revolucionarios que habitan montañas y cuevas y viven una vida semi-primitiva según varias escenas de la serie, por otro lado.
La grandeza de España está presente, pero la traición interna (los metropolitanos) y la externa (los revolucionarios que no toman a Al-Arabi como ejemplo), además de no centrarse en valores superiores basados en el amor y la humanidad compartida, el amor y el sacrificio, es lo que la pone en juego. La derrota de Annual no es más que una prueba de esta grandeza y el reclutamiento de los nobles, las clases acomodadas, las mujeres y la población en general. (a través de los suboficiales) para apoyar la causa, no es más que una esperanza de volver a la normalidad, tarde o temprano.
‘Amor en tiempos de guerra’ es una serie que intentó socavar algunos estereotipos sobre el otro, especialmente los “moros”; y trató de hacer que las clases pudientes cuestionaran los valores sobre los que se construyeron los roles sociales, especialmente cuando se encuentran en una situación difícil como la guerra y la destrucción. Intentó establecer un discurso ideal basado en valores, como el amor y la amistad, extraídos de una humanidad que trasciende las fronteras étnicas y culturales. Pero se mantuvo fiel a la ideología colonial española que considera la expansión geográfica de España en el ultramar un destino inevitable y una continuación del proceso de reconquista de Al-Ándalus y el descubrimiento del nuevo mundo. Este destino hace de la derrota, a manos de los revolucionarios como sucedió en Annual, una difícil prueba de la grandeza de la Metrópoli frente a los ingratos hijos del imperio. Lo asombroso de esta serie (y divertido al mismo tiempo) es que estos mensajes afloraron a pesar de los intentos de los directores y actores de dar una imagen más humana y modesta de la experiencia como el sufrimiento de personas, grupos y clases. Una ironía poética escenográfica que hace que la serie resalte contra su voluntad lo que intenta reprimir. Cada vez que intenta dar una apariencia política, ética y deductivamente aceptable se hunde más y más en un pantano de contradicciones que lo lleva a intentar encontrar excusas para el hecho colonial y la interpretación racional de la realidad del desastre (Annual), y es una interpretación ausente de la respuesta poscolonial según la cual “Annual” se convierte en una victoria fundacional desde el punto de vista de los rifeños y los marroquíes en su conjunto.