Abiy empieza un nuevo mandato con la presión de resolver la guerra de Tigray
RPRESS Adís Abeba, 4 octubre 2021 (EFE).- El primer ministro de Etiopía, Abiy Ahmed, juró este lunes el cargo para un nuevo mandato de cinco años en los que afronta, entre otros, el reto de resolver la guerra de la región de Tigray para estabilizar el país, como le recordaron varios presidentes africanos que asistieron a la ceremonia de investidura.
Abiy, ganador del Premio Nobel de la Paz en 2019, prestó juramento esta mañana en una sesión celebrada en la Cámara de Representantes de los Pueblos (Cámara Baja del Parlamento), en Adís Abeba, después de que su Partido de la Prosperidad (PP) ganara por mayoría absoluta las sextas elecciones generales del pasado 21 de junio.
En las comicios, que no se desarrollaron en Tigray (norte) por la guerra que asola esa región desde noviembre pasado, los etíopes eligieron a los diputados que hoy escogieron, a su vez, al primer ministro (jefe del Gobierno y máxima autoridad del Estado).
Estos comicios, anunciados como los más democráticos de la historia de Etiopía pese al boicot de importantes partidos opositores, eran la primera prueba ante las urnas de Abiy desde su llegada al poder en 2018 con un programa reformista.
Tras la jura del cargo en el parlamento, el primer ministro asistió a la ceremonia de investidura en la enorme y emblemática plaza de Meskel, abarrotada por varios cientos de miles de personas sentadas en gradas portátiles, según pudo constatar Efe.
Asimismo, siete jefes de Estado africanos acudieron a la ceremonia: los presientes de Nigeria, Muhammadu Buhari; Senegal, Macky Sall; Kenia, Uhuru Kenyatta; Uganda, Yoweri Museveni; Sudán del Sur, Salva Kiir; Somalia, Mohammed Abdulahi Farmaajo.
«Para resolver la inestabilidad política y los conflictos en otras partes del país, estamos decididos a iniciar un diálogo nacional entre todos los partidos políticos y también con todos los representantes de la ciudadanía», afirmó Abiy en su discurso de investidura sobre un gran escenario instalado en Meskel.
LA GUERRA, «UN DAÑO ENORME»
El primer ministro, de 45 años, admitió que «el conflicto en el norte (Tigray) ha infligido un daño enorme al país y el país y sus pueblos ahora lo están pagando con su sangre».
«Estamos en conflicto porque no nos quedan otras opciones. Nos vemos obligados a ir a la guerra porque se intenta desmembrar a Etiopía. Se trata de la supervivencia de Etiopía. No tenemos otra opción», argumentó.
El mandatario subrayó que Etiopía, el segundo país más poblado de África (más de 109 millones de habitantes), necesita el apoyo de sus «socios internacionales», pero no a costa de «nuestra dignidad y la soberanía e integridad territorial de nuestra nación».
Abiy aludió al conflicto después de que varios presidentes africanos le felicitaran en sendos discursos en la ceremonia por su nuevo mandato, pero le instaran también a aprovecharlo para llevar la paz al país del Cuerno de África.
«Mi hermano, el pueblo de Etiopía te ha dado el mandato de liderar, el mandato de construir estabilidad y devolver la paz», afirmó Kenyatta, presidente de la vecina Kenia.
«Etiopía es la madre de la independencia africana, el único país no colonizado (del continente)…Si la madre no está en paz, los miembros de la familia no pueden tener paz», insistió el mandatario keniano.
En la misma línea, Kiir manifestó su esperanza de que Abiy pueda «conducir hacia la paz» a su país y abogó por «el diálogo y los medios pacíficos» para solucionar los conflictos.
Buhari, por su parte, dijo ser consciente de los «muchos desafíos» que afronta Etiopía y expresó sus mejores deseos para que el país logre «paz y estabilidad».
DIÁLOGO Y RECONCILIACIÓN
Los jefes de Estado de Estado instaron al Abiy a buscar la paz después de que la presidenta de Etiopía (que no tiene poder ejecutivo), Sahle-Work Zewde, afirmara esta mañana delante de Abiy en el parlamento que los desafíos deberían resolverse con «diálogo y reconciliación», un proceso largo pero que debe empezar «ahora».
La guerra comenzó el pasado 4 de noviembre, cuando Abiy lanzó una ofensiva contra el Frente Popular de Liberación de Tigray (FPLT), partido que gobernaba la región entonces, en represalia por un ataque contra una base militar federal y tras meses de tensión política.
Desde entonces, miles de personas han muerto, unos dos millones se han visto desplazados internamente en Tigray y al menos 75.000 etíopes han huido al vecino Sudán, según datos oficiales.
Además, casi siete millones de personas afrontan una «crisis de hambre» en el norte de Etiopía por la guerra, según advirtió el pasado mes el Programa Mundial de Alimentos (PMU) de la ONU.
Hasta ahora, Abiy ha resistido la presión internacional para poner fin a la guerra con el argumento de que hay que restituir el «orden constitucional» en Tigray, lo que ha generado fricciones con potencias como Estados Unidos y la Unión Europea, así como con la ONU.
De hecho, el Gobierno de Etiopía anunció la semana la expulsión de siete altos funcionarios de agencias humanitarias de la ONU que fueron declarados «persona non grata» por «entrometerse en los asuntos internos del país».
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