Marruecos, EE.UU y la coordinación europea, grandes retos para el nuevo ministro

RPRESS Cristina Lladó. Madrid, 17 julio 2021 (EFE).- El nuevo ministro de Asuntos Exteriores de España, José Manuel Albares, tiene ante sí varios desafíos que debe afrontar de inmediato, entre los que restaurar la relación con Marruecos o Estados Unidos e impulsar una mayor coordinación europea en asuntos como la inmigración o la seguridad destacan por su inmediatez y complejidad.

Apoyar a Iberoamérica en la gestión y salida de la pandemia de la covid y la crisis económica y defender los valores democráticos y del Estado de Derecho sin enfrentarse a algunos de los principales gobiernos latinoamericanos como Cuba, Venezuela o Nicaragua son otros de los puntos calientes a los que el recién estrenado ministro deberá prestar atención.

Y todo ello sin olvidar la importancia de impulsar una respuesta coordinada a la pandemia, la crisis económica y su recuperación, o el apoyo decidido a una UE más fuerte y mejor coordinada en materias como la inmigración o la seguridad.

EL “AMIGO” MARRUECOS

Albares ya lo dejó claro en sus primeras palabras al frente de Exteriores: restablecer la confianza y buena relación con el “gran vecino y amigo” Marruecos será uno de sus primeros envites.

Pese a la “diplomacia discreta” con la que ha actuado su antecesora en el cargo, Arancha González Laya, Marruecos no parece dispuesto a perdonar lo que considera una afrenta: que España acogiera “por razones humanitarias” al líder del Frente Polisario, Brahim Ghali, y que España no apoye su posición respecto al Sáhara Occidental.

Desde entonces, Marruecos ha respondido permitiendo que más de 10.000 inmigrantes irregulares se abalanzaran sobre Ceuta y Melilla los días 17 y 18 de mayo, pese a que en esas mismas fechas España aprobó la concesión de una ayuda de 30 millones de euros para ayudar al país vecino a controlar los flujos migratorios.

Pero antes incluso del viaje de Ghali las relaciones eran mejorables, así la Reunión de Alto Nivel entre ambos países se ha ido posponiendo, supuestamente debido a la pandemia, desde diciembre 2020, pese a que Marruecos ha celebrado importantes reuniones bilaterales con otros países.

También la Operación Paso del Estrecho se ha suspendido por segundo año consecutivo, pero solo desde España.

El cambio al frente del Ministerio de Exteriores no ha merecido ningún comentario oficial – ni de despedida, ni de bienvenida – de Marruecos, aunque la prensa marroquí sí ha celebrado en bloque tanto la destitución de González Laya como las palabras conciliadoras de Albares.

LA “VISIÓN COMPARTIDA” CON EE.UU.

Fueron no más de 30 segundos los que Sánchez logró hablar con el presidente estadounidense, Joe Biden, pero sirvieron para, según explicó Moncloa, “saludarse, conocerse personalmente y establecer un primer contacto”, lo que permitirá restaurar las relaciones con Estados Unidos tras la “confrontación” que sembró el anterior presidente, Donald Trump.

De hecho, el secretario de Estado, Antony Blinken, ya ha enviado un mensaje de felicitación a Albares por Twitter, que el nuevo ministro ha respondido asegurando que la Administración Biden “comparte una visión del multilateralismo, de los valores del progreso del mundo exactamente igual que la que tiene el Gobierno del presidente Sánchez”.

Eso debería permitir a España y Estados Unidos abordar tareas multilaterales como la lucha contra la pandemia y sus consecuencias; reafirmar su colaboración en materia de Defensa y revisar las tasas comerciales impuestas por EEUU a productos españoles.

DEFENDER LA DEMOCRACIA

La defensa de la democracia es una de las tareas que el propio Albares ha señalado como prioritaria en su mensaje a Blinken, una tarea en la será necesario contar con el apoyo de grandes aliados.

De hecho, la existencia misma de la democracia está en tela de juicio en algunos de los principales países de Latinoamérica, una región en la que tanto España como Estados Unidos tienen gran interés y en la que los objetivos y formas de trabajo de ambos países no han sido muy coincidentes en los últimos tiempos.

Así, el estallido de las protestas en Cuba han desatado en España un debate sobre si se trata o no de una dictadura y si los problemas de los cubanos se deben a las políticas del régimen o el embargo estadounidense.

En Venezuela la diferencia es aún más notoria: si Estados Unidos ha puesto en busca y captura a buena parte del Gobierno de Nicolás Maduro, España se escuda tras la UE para apostar por un diálogo entre todos los venezolanos para resolver el enfrentamiento entre las autoridades y la oposición.

En Nicaragua, donde el presidente Daniel Ortega ha encarcelado ya a más de una docena de candidatos presidenciales y líderes de la oposición acusados de “traición a la patria” los ánimos contra España están encrespados.

Así, el llamamiento de la ministra González Laya al Gobierno sandinista para que liberara a los presos políticos, permitiera su plena participación en el proceso electoral y respetara los derechos y libertades de la prensa, los empresarios y la sociedad, fue respondido con encendidas críticas por el Ejecutivo de Ortega.

Y, POR SUPUESTO, EUROPA

La importancia de reforzar el multilateralismo y la voz de Europa en el mundo, junto con los retos planteados por la pandemia, ponen el foco en la Unión Europea y en un amplio catálogo de asuntos y proyectos que precisan de impulso político.

La respuesta conjunta a la pandemia, tanto sanitaria como económica; la restauración de la movilidad, especialmente el turismo; el brexit y la negociación sobre la relación futura con el Reino Unido (incluido Gibraltar), la necesidad de impulsar una política común de inmigración, la puesta en marcha de los planes de Recuperación, son solo algunos de los temas pendientes que requerirán atención e impulso.

ASUNTOS INTERNOS DE EXTERIORES

Pero toda esta actividad internacional no debe hacerle olvidar varios asuntos de importancia dentro de casa, como el hecho de que España aún tiene una treintena de importantes embajadas sin embajador, notablemente las de Reino Unido, Rusia e India.

Además debe impulsar la reforma de la cooperación y la AECID, la digitalización de los servicios consulares y el traslado de la sede del Ministerio al edificio de la Plaza del Marqués de Salamanca.

En resumen, una agenda ajetreada y llena de retos que alcanzar y escollos que sortear esperan al nuevo ministro.

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