La ONU no puede seguir sin reconocer la solución autonómica en el Sáhara occidental
La solución autonómica propuesta por Marruecos como solución real para el largo conflicto del Sáhara occidental, debe ser reconocida de inmediato por la ONU, en caso contrario, se evidenciará otra vez, la total incapacidad de la organización para solucionar conflictos internacionales.
RPRESS Pedro I. Altamirano. Málaga, 9 julio 2022.- La credibilidad de las Naciones Unidas, está en sus horas más bajas. Nunca solucionó nada debido a su falta de democracia interna. El derecho a veto de las grandes potencias dejo sin una verdadera capacidad democrática, por tanto, sin legalidad real y sin medios para solucionar ningún conflicto.
Los vetos no solucionan problemas, solo lo paran. Como muestra la cantidad de conflictos enquistados sin solución a la vista: UNMIK en Kósovo, MINUSMA en Mali, FP en el Líbano, UNISFA en Abyel, MONUSCO en la República Democrática del Congo o la MINURSO en el Sáhara Occidental. Conflictos que llevan décadas sin solución en base a priorizar los intereses nacionales de los países con derecho a voto sobre la solución de los problemas. Un desastre sin sentido que o bien cambia de inmediato o se certificará su defunción como organización.
En el caso concreto del Sáhara occidental, enquistado desde hace décadas por la incapacidad operativa de las Naciones Unidas y sus enviados especiales, siempre se envía a personas que nada saben ni conocen del conflicto, está resultando ser el ejemplo más claro de lo que intento expresar.
El Reino de Marruecos, presentó en 2007 ante Naciones Unidas lo que se conoce como “Solución autonómica”, que en síntesis, supone un modelo de autogobierno con muchos elementos comunes con el Estado autonómico diseñado por la Constitución española de 1978, que concede una amplia autonomía para las regiones, aunque Rabat se reserva en exclusiva la competencia sobre el núcleo del Estado marroquí.
Esta solución se encuadra a la perfección con lo que se reconoce en la carta de derechos de las tribus indígenas en países independientes de la OIT, que tan buenos resultados está dando en los países de América Latina. En la carta se recoge que las tribus indígenas tienen derecho a la autodeterminación, sí, pero según sus costumbres tribales. Derechos tribales que nunca tomó nunca en cuenta en el caso de las tribus indígenas de los territorios del sur de Marruecos, que desde hace siglos, por decisión de sus asambleas o Yemaá, reafirmaban y reafirman sus juramentos o Baya, a los Sultanes y Reyes de Marruecos.
Supone contradecir todo lo afirmado por una legitimidad discutible de las resoluciones de las Naciones unidas, ya que por un lado exige un referendo, mientras en la carta de derechos de las tribus indígenas aclara que los derechos de las tribus se basan en sus costumbres tribales, tal como apostilla la OIT. Del mismo modo la resolución del Tribunal de la Haya en 1975 dictaba por un lado que Marruecos no tenía derechos sobre los territorios de sus provincias del sur en el Sáhara Occidental, al mismo tiempo que reconocía que existían vínculos jurídicos entre las tribus indígenas y los Sultanes de Marruecos.
Las Naciones Unidas no puede estar contra el Derecho Natural Consolidad de las tribus indígenas. Debería tener en cuenta el derecho de las tribus sobre los derechos de los Estados. E este caso, respetar las decisiones de la Yemaá y sus Baya a los Sultanes y Reyes de Marruecos. Es ahí donde encontramos el derecho, la justicia, y por tanto la paz. La ONU no puede seguir anteponiendo los intereses de los países con el ilegítimo e injusto derecho a voto al derecho natural de las tribus.
Derechos de las tribus que sí respeta la oferta de autonomía que el Reino de Marruecos ofrece para sus provincias del sur, y que cada vez más países, incluida de forma reciente España, reconocen como las más fiable de todas.
Las Naciones Unidas no puede continuar ajena a ello. De hecho, en las últimas resoluciones ya apunta a la autonomía como solución, pero sin dar el paso definitivo a su reconocimiento definitivo. Es aquí donde la ONU se la juega. O da el paso adelante y hace justicia con el Reino de Marruecos y sus provincias del sur, o entrará en parada cardiaca de la que será muy difícil sacarla.